
The House Was Quiet and The World Was Calm
En La ventana indiscreta, Hitchcock convirtió un conjunto de ventanales en un teatro atravesado por el deseo y la traición. El protagonista, Jeff, observa de forma obsesiva a sus vecinos desde el salón de su casa, creyéndose un mero espectador de lo que sucede en los distintos hogares del vecindario. Sin embargo, a medida que avanza la historia, él mismo acaba convertido en parte de lo que empezó observando. El espía, espiado. En primer lugar por nosotros, espectadores de la película, pero sobre todo, por los propios personajes a los que espía. La ventana se convierte literalmente en un espejo que termina exponiendo al propio espectador.
Tomando el título de un verso de Wallace Stevens, The House Was Quiet and The World Was Calm, parte de esa ambivalencia. Las obras aquí reunidas muestran imágenes que abren espacios. Hacen de los cielos, pliegues, transparencias y borrados, superficies que funcionan como pasajes hacia otros lugares. Como en el Renacimiento, momento en que la pintura empezó a entenderse como una ventana al mundo, cada pieza aquí actúa como conductor hacia un espacio mental o sensorial compartido.
Con un enfoque arqueológico, Megan Rea trabaja desde la excavación. Su obra parece contener capas fósiles, restos de una historia por contar que asoma entre la pintura y el papel hecho a mano y reciclado que sirve de base para su trabajo. El soporte sobre el que crea es ya una obra de arte en sí. Hecho de cuadernos triturados, contiene trazos invisibles y dibujos perdidos que emergen como ecos de su propio pasado. Lo que Megan decide mostrar está siempre en tensión con lo que oculta.
Manon Steyaert parte del pliegue para generar esa apertura. La artista ondula la materia hasta convertirla en forma. Entre pintura y escultura, sus obras desafían el marco y escapan del plano bidimensional. Su proceso, muy intuitivo, parte de las cualidades físicas de los materiales empleados, especialmente la silicona, que moldea como si fuera tela. El pliegue toma forma con el gesto, repetido por la artista en un estado casi meditativo hasta que viste la estructura. Mirar su obra es participar en un juego óptico, táctil. Con su abstracción, Manon despierta nuestra mirada y nos invita a observar sin certezas.
En la obra de Lola Ripoche, las apariencias engañan. Sus series Cumulus, Couchants o Sulfuré, convierten la atmósfera en una superficie ambigua entre lo bello y lo tóxico, lo natural y lo provocado; lo visible y lo invisible. Nubes, nieblas, atardeceres… lo que en una primera mirada parece una idílica imagen de un cielo crepuscular, puede revelar en realidad una catástrofe natural o una perturbación climática. Ripoche nos enfrenta a esa doble lectura, entre placer estético e inquietud ambiental, para poner el foco en esa percepción alterada por la contradicción entre belleza y amenaza.
En la obra autorreferencial que presenta Alexis Jang, una madre con expresión de preocupación abraza a su hijo dormido mientras al otro lado de la ventana estalla una fuerte tormenta. El niño, ajeno al peligro, descansa en sus brazos. Fuera, los rayos iluminan brevemente el paisaje, que se filtra por el cristal. La ventana no solo divide los dos espacios sino que revela de paso dos ambientes radicalmente diferentes: el interior como refugio frágil, y el exterior como amenaza latente. Con esta escena íntima, Jang capta una tensión emocional que no precisa de gestos grandilocuentes para hablar del cuidado y del deseo de protección. La ventana actúa aquí como recordatorio de la hostilidad del mundo exterior, incluso en una situación de relativa protección como es el propio hogar.
Mirar es implicarse de una forma u otra en lo que se observa. La mirada, lejos de ser unidireccional, transforma lo que contempla. Esta es una bonita metáfora que sirve para afirmar que el arte, como en la ventana de Hitchcock, no solo muestra realidades externas, realidades que le pertenecen al creador que las imagina, sino que funciona también en un doble sentido, como un espejo que implica asimismo al que lo observa. El arte nos confronta con lo que somos, con lo que deseamos ser, y con lo que tememos devenir.
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Texto por Manuela Medina
OPENING WEDNESDAY MAY 28 /// INAUGURACIÓN MIÉRCOLES 28 DE MAYO
MXM GALERIA
LOLA RIPOCHE​​
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Lola Ripoche (n. 1995) es una artista francesa afincada en Lyon. Tras formarse en la escuela Boulle, ingresó en la Escuela Nacional Superior de Artes Decorativas de París. A través de la pintura y la escultura, explora las múltiples relaciones entre soporte y superficie, con el fin de centrar nuestra atención en los fenómenos sutiles del cambio climático.
Ha expuesto recientemente en la Fundación Francès en Senlis y en la galería Bessaud en París, y estará en residencia en Moly-Sabata, en el Ródano, durante el otoño.
Paralelamente a su práctica artística, imparte clases y talleres en escuelas superiores de arte, en 2023 obtuvo la oposición PEA con especialidad en Artes Gráficas y cofundó el Atelier Poli, un colectivo de artistas plásticos. En 2024 participó en el programa "Création en cours", impulsado por los Ateliers Médicis.


MEGAN REA
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Megan Rea (n. 1993) vive en Londres, Reino Unido. Actualmente estudia un máster en Bellas Artes en la City and Guilds of London Art School. En junio de 2024 inauguró su primera exposición individual en Estados Unidos en Stellar Highway, Nueva York. Ha presentado su obra en varias exposiciones en Londres y en muestras colectivas en Francia, Suiza y Estados Unidos.
Megan Rea aborda sus pinturas como excavaciones. A través de un juego continuo entre el disfraz y el descubrimiento, utiliza herramientas para raspar y cortar la pintura, revelando formas ocultas y gemas de color enterradas en capas anteriores. Los dibujos se incrustan en la superficie de papel hecho a mano a partir de cuadernos de bocetos triturados, dejando una pista irrecuperable de lo que finalmente será pintado.
encias y observaciones.


MANON STEYAERT​
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Manon Steyaert (n. 1996), artista franco-británica afincada en Londres, combina pintura y escultura en sus obras. Su práctica explora las cualidades estéticas de la silicona, junto con el lienzo, la madera, el metal y la malla, tomando referencias de la arquitectura y la pintura. El proceso creativo de Steyaert es intuitivo, vertiendo y moldeando meticulosamente la silicona. Las formas resultantes, delicadas pero contundentes, desafían nuestra percepción, capturando movimiento y abstracción.
El color y la forma juegan un papel clave en su obra, guiando la mirada del espectador a través de superficies ondulantes. Mezcla colores para crear patrones casi psicodélicos y modifica la opacidad de la silicona para generar mayor intriga y juego. El arte de Steyaert fomenta perspectivas e interpretaciones alternativas, eludiendo los límites tradicionales entre pintura y escultura. Su trabajo encarna la naturaleza transgresora de la expresión artística contemporánea, una práctica en constante evolución que invita a la curiosidad y la contemplación.


SOBRE ALEXIS JANG
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Alexis Jang (n.1985) es una artista coreana que reside en Berlín, Alemania. La curiosidad y la pasión de la artista por la feminidad desempeña un papel central en su obra. A primera vista perdidas en sus pensamientos, acariciadas por la luz, las mujeres que Alexis representa reclaman un espacio propio y exigen existir tal y como son, negándose a hacerse más apetecibles para que el mundo las vea.
Entre sus temas de predilección se encuentra la representación de escenas nocturnas habitadas por figuras solitarias, nostálgicas de lo que la artista describe como “lo que uno puede sentir cuando la vida se asienta y la mente se serena”.

